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El Filtro de Partículas Diésel (DPF) es un componente clave de los vehículos para reducir las emisiones de partículas. Está presente en algunos modelos Euro 4 y es obligatorio en los sistemas Euro 5. Con el tiempo, se han desarrollado diversos sistemas, pero el funcionamiento básico del filtro es básicamente el mismo para todos. Como todos los filtros, el FAP y el DPF pueden obstruirse hasta el punto de comprometer la eficiencia del motor. Analicemos con más detalle algunas de las diferencias clave entre los sistemas FAP y DPF: El FAP se instala después de los colectores de escape y cuenta con un elemento filtrante de carburo de silicio con canales que atrapan las partículas. Una característica única del FAP es el uso de un aditivo para regenerar activamente el filtro. Este aditivo reduce la temperatura necesaria para la combustión de partículas dentro del filtro a aproximadamente 450 °C. El DPF, por otro lado, no requiere el uso de aditivos, ya que eleva la temperatura de los gases de escape a aproximadamente 600-650 °C. La temperatura se eleva mediante una serie de postinyecciones de combustible, lo que produce postcombustión, que se produce parcialmente en los colectores de escape y los catalizadores de oxidación. Este sistema tiene la clara ventaja de no requerir la recarga de aditivos, pero debido al aumento de postinyección requerido, sufre una cierta dilución del aceite del motor. Con ciertos estilos de conducción, el aceite del motor puede deteriorarse muy rápidamente, creando problemas evidentes. El proceso de regeneración activa puede durar varios minutos y, en ciertas condiciones, puede ser difícil de completar correctamente. Los viajes muy cortos, los arranques y paradas frecuentes y la conducción lenta no permiten alcanzar las temperaturas necesarias para activar o completar la regeneración correctamente, y tras un cierto número de fallos, el filtro de partículas se obstruye gravemente. Cuando esto ocurre, el vehículo comienza a mostrar la clásica luz de error en el tablero. Cuando incluso la regeneración forzada realizada por algunos talleres especializados falla, la única solución viable es reemplazar el filtro. Reemplazar el filtro de partículas puede ser muy costoso dado su alto precio, y las soluciones caseras a menudo solo agravan el problema. Además, parece superfluo señalar que soluciones poco convencionales, pero lamentablemente aún comunes, como retirar el filtro y eliminar las señales de la unidad de control, además de ser una infracción muy grave, también provocan un funcionamiento anormal del vehículo que puede provocar un desgaste prematuro y una serie de averías graves. En este sentido, Depros ha comenzado el mantenimiento de convertidores catalíticos, filtros de partículas de aire (FAP) y filtros de partículas diésel (DPF), como preparación para su ya consolidado programa de mantenimiento de turbocompresores. La inspección se realiza con maquinaria y equipos específicos diseñados específicamente para este tipo de operación, en pleno cumplimiento de la normativa aplicable y ofreciendo precios competitivos a sus clientes. Una vez más, Depros se opone firmemente a las soluciones baratas e imprudentes, especialmente cuando perjudican el medio ambiente. Las emisiones de sustancias nocivas de los catalizadores perforados son mortales para el ecosistema y la salud humana.
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